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29.5.12

Manifiesto de los escritores castellanos en defensa de la lengua catalana

FONT: BLOC DES DE LA MEDITERRÀNIA
http://desdelamediterrania.cat/2011/01/22/manifiesto-de-los-escritores-castellanos-en-defensa-de-la-lengua-catalana/

Utiliza, utiliza, de Xurxo Martínez
El cop d’estat militar del general Primo de Rivera el 13 de setembre de 1923 va comportar immediatament el dictat d’ordres i decrets contra la llengua i la cultura catalanes. A conseqüència d’això i arriscant la seva posició i potser també la pell, els intel·lectuals castellans més rellevants de l’època van dirigir el març de 1924 un escrit de protesta unànime al dictador per les mesures adoptades. Us transcric, doncs el manifest de 1924, amb els noms dels seus signataris al peu:
“Excelentísimo señor presidente del Directorio militar:
Los abajo firmantes, escritores en lengua castellana, que sienten profundamente los merecimientos históricos de su idioma y que lo aprecian en todo su valor como indispensable vehículo para la difusión del pensamiento a través del mundo civilizaado, se dirigen respetuosamente a V. E. para expresarle su sentir, con ocasión de las medidas de gobierno que por razones políticas, se han tomado acerca del uso de la lengua catalana.
Es el idioma la expresión mas íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo, y nosotros, ante el temor de que esas disposiciones puedan haber herido la sensibilidad del pueblo catalán, siendo en lo futuro un motivo de rencores imposible de salvar, queremos con un gesto afirmar a los escritores de Cataluña la seguridad de nuestra admiración y de nuestro respeto por el idioma hermano.
El simple hecho biológico de la existenncia de una lengua, obra admirable de la naturaleza y de la cultura humana, es algo siempre acreedor al respeto y a la simpatía de todos los espíritus cultivados.
Debemos además pensar que las glorias de Cataluña son glorias españolas, y el título histórico más alto que España puede presentar para ser considerada como potencia mediterránea, se debe en gran parte al pueblo catalán, que hizo de la Barcelona medieval un emporio de riqueza capaz de competir con las repúblicas italianas; que creó una cultura admirable; que lanzó sus leyes de mar y cuya lengua inmortal resonó en el fragor de la batalla ante los muros sagrados del Partenón, y que sirvió para que con ella hablara por primera vez la filosofía nacional por boca de Raimundo Lulio y fuese cantada la efusión humana en los versos imperecederos de Ausiàs March.
El reconocimiento de las literaturas regionales como una consecuencia ideológica y romántica hizo de la lengua de Cataluña una literatura a la que pertenecen autores como Verdaguer y Maragall, que cuentan entre las primeras figuras de la literatura española del siglo XIX.
Nosotros no podemos tampoco olvidar que de Cataluña hemos recibido altísimas pruebas de comprensión y cariño, hasta el punto de que un insigne patriota catalán, amante fervoroso de las glorias españolas, Milà y Fontanals, abrió con llave de oro el oscuro arcano de las manifestaciones artísticas más genuinas y más características del pueblo castellano.
Queremos cumplir con un verdadero deber de patriotismo, diciendo a Cataluña que las glorias de su idioma viven perennes en la admiración de todos nosotros y serán eternas mientras imperen en España el culto y el amor desinteresado a la belleza.
Pedro Sainz, Eduardo Gómez de Baquero, A. Bonilla San Martín, Gregorio Marañón, Angel Ossorio y Gallardo, Pedro Mata, Antonio Jaén, Tomas Borras, Angel Herrera, Jaime Torrubiano Ripoll, Ramón Menéndez Pidal, Alvaro de Albornoz, Concha Espina, Augusto Barda, V. García Martí, Conde de Vallellano, José Ortega y Gassset, Miguel Herrero, Luis de Zulueta, Domingo Barnés, Francisco Vighi, Pedro de Répide, León de las Casas, Joaquín Belda, José G. Alvarez Ude, Luis Jiménez de Asúa, Luis Ruiz Contreras, Félix Lorenzo, Fabián Vidal, Gabriel Maura, Vicente Machimbarrena, Gregorio Martínez Sierra, Lorenzo Barrio y Morayta, Andrés González Blanco, José Toral, Luis Araújo Costa, Mercedes Gaibrois de Ballesteros, Femando de los Ríos, Azorín, Manuel Pedroso, Luis Bello, José María Sacristán, Cristóbal de Castro, José Giral, Melchor Fernández Almagro, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Bueno, Antonio Espina, Antonio Zozaya, Federico García Lorca, F. Rivera Pastor, Alberto Insúa, Honorato de Castro, Luis de Tapia, Luis Araquistain, Gustavo Pittaluga, E. Paul Almarza, Juan de la Encina, José García Mercadal, Angel Lázaro, Bernardo Acha, Artemio Precioso, F. Escrivá, José Gutiérrez Solana, Jacinto Grau, Juan Pujol, José Ruiz Castillo, P. de Ciria Escalante, José Albiñana, doctor García del Real, Gabriel Frannco, Salvador Pascual, Eduardo Ortega Gassset, Carlos Pereira, Juan Guixé, Leopoldo Bejarano, José Canalejas, Guillermo de la Torre, M. García Cortés, Adolfo A. Buylla, P. A. Balbontín, Isaac del Vando-Villar, Cayetano Alcázar, Mauricio Paraíso, Rafael Urbano, Julio Cañada, Antonio Guisasola, Antonio Dubois, José Sánchez Rojas, José Antón, F. Madariaga, Luis de Hoyos, Saiz, Hipólito Jimeno, Luis G. Bilbao, Andrés Ovejero, Manuel Azaña, Claudio Sánchez Albornoz, Conde de las Navas, Luis Palomo, F. Arévalo Salto, Luis G. Urbina, Luis G. Andrade, F. de Bustamante, A. Pérez Serrano, Tomás Elorrieta, Manuel Hilario Ayuso, Eduardo Barriobero, Manuel Antón, J. Jordán de Urries, Juan Hurtado, Ramón Pérez de Ayala, J. Villalba, Alvaro Calvo, Marqués de Lozoya, Angel Torres del Alamo, Francisco de Viu, Luis Fernández Ardavín, Alberto Marín Alcalde.”
L’anterior manifest va ser silenciat per la història oficial durant la dictadura. El 1976, ja novament en democràcia, en Joaquim Ventalló el reproduia en el seu llibre “Los intelectuales castellanos y Cataluña”. Al respecte dels signants, deia:
“Todos estos nombres eran en aquellas fechas la flor y nata de la intelectualidad española. Para quienes vivimos aquella época, la lectura de los mismos nos recuerda que algunos de ellos, pocos, en años posteriores se convirtieron en adversarios acérrimos. Como se les tenía por sabios y ya es sabido que «de sabios es cambiar de opinión», con criterio caritativo cabe pensar que hicieron bien en rectificar, si llegaron al convencimiento de que el hecho de haber puesto su firma al pie del documento en favor y defensa de la lengua catalana había sido un desliz, un pecado de juventud o un desvio. Pero es interesante para la historia registrar que en 1924 los intelectuales españoles firmaron un documento como el reproducido más arriba. Y como todos lo firmaron con sinceridad, a los pocos que luego, arrepintiéndose, actuaron en sentido totalmente opuesto esta firma puede lavarlos para la posteridad, de las posiciones posteriores diferentes.”
Res a veure, doncs, amb el “manifiesto por la lengua común” de juny de 2008, ni pel sentit, ni pel compromís, ni per la qualitat ni pel nivell intel·lectual i humà dels signants.
Oriol López

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