Fernández Díaz, el hijo del represor
Las palabras de Jorge Fernández Díaz inventándose una supuesta fractura social en Cataluña entre partidarios y contrarios de la independencia son un intento del PP de intentar convertir sus deseos en realidad. Después de estas palabras vendrán supuestos testimonios que explicarán haber vivido esta fractura. Todos pagados o manipulados desde el mismo Partido Popular. De casos así, y documentados, unos cuantos.
Lo que más choca, sin embargo, de las declaraciones de Fernández Díaz es que él se autootorgue la condición de "catalán mestizo", como si fuese uno más de los centenares de miles de ciudadanos de otros puntos del estado que entre 1950 y 1970 vinieron a vivir a los Países Catalanes.
Fernández Díaz no es ningún inmigrante, ni hijo de ningún inmigrante. Él no vino de la miseria impuesta por el franquismo a buscar una mejor vida a nuestro país. Él no se integró en las clases populares catalanas. Él era todo lo contrario: el niño de un represor franquista que, entre otras misiones, tenía la de reprimir la inmigración de aquella época.
Servicio de represión del barraquismo. Fue instaurado por el ayuntamiento franquista el 1949. A partir de 1957 prohibió la edificación de más barracas y ejecutó diversos derribos a través de la acción de grupos de la Guardia Urbana. Así mismo, el gobernador civil franquista Acedo Colunga ordenó deportar a aquellas personas que llegaban de otros puntos del estado si llegaban sin contrato de trabajo.
Palacio de las Misiones de Montjuïc. Un auténtico campo de internamiento por donde pasaron más de 15.000 personas en virtud de las órdenes de Acedo Colunga y del ayuntamiento de Barcelona. Muchos otros ni tan solo llegaron a pasar, siendo devueltos inmediatamente a sus poblaciones de origen con el mismo tren en el que habían venido. Hecho que los dejaba aún más en la absoluta miseria después de haber invertido todos sus ahorros en poder llegar a Barcelona.
Rivera López, "el Grabao". Guardia urbano de infausta memoria para los barraquistas de la ciudad. Los barrios de barracas eran el territorio donde tenía barra libre para derribar casas, deportar barraquistas, robar, hacer chantaje y, según dicen algunos, incluso hacer abortar a mujeres de una paliza.
Jorge Fernández Díaz es nacido en Valladolid el 1950, pero ya de muy pequeño llega a Barcelona. No llega después de tres días de viaje con "El Sevillano", trajinando maletas de cartón y con un papelito con la dirección de algún familiar donde instalarse al principio. Tampoco hizo el último tramo de trayecto con el miedo de ser cazado por la policía y ser devuelto a su pueblo de origen, o de ser internado en el Palacio de las Misiones. Nada de eso. Jorge Fernández Díaz vino a Barcelona con 3 años como lo que era: el hijo del nuevo y flamante subinspector en jefe de la Guardia Urbana.
Eduardo Fernández Ortega. Padre de los Fernández Díaz. Teniente coronel de caballería del ejército franquista. El mismo cuerpo de desfiló el 21 de febrero de 1939 por la Diagonal de Barcelona para celebrar la conquista de la ciudad. Después de la huelga de tranvías de 1951 es el momento de renovar el aparato represivo de la ciudad, para hacerlo más efectivo. En el gobierno civil, por el mismo motivo, nombran a Acedo Colunga. Es el padre del actual ministro del interior quien da cobertura a las prácticas de policías como "el Grabao" y quien ordena razias e internamientos en el Palacio de las Misiones. En la misma época en que un tal Francisco García-Valdecasas reprimía y expulsaba estudiantes desde su cargo de rector de la Universitat de Barcelona. Tiempo después, sus respectivos hijos, Jorge y Júlia, serían compañeros políticos y también destacarían en la represión contra el pueblo catalán. Y otra vez indiscriminadamente contra los que ya estaban y contra los que acababan de llegar.
Jorge Fernández Díaz hizo su carrera política gracias a los servicios prestados por su padre al franquismo. Dos años en la delegación del ministerio de trabajo de Barcelona le sirvieron para enchufar a su mujer, tres hermanos, tres cuñados y un primo político. Después llegaría su cargo como gobernador civil, desde donde encarcelaría diversas personas por llevar una pancarta en la que decía "Independència".
Fernández Díaz no es hijo de la inmigración. Fernández Díaz no es de los nuestros. Y no lo es, no porque sea favorable a la unidad de España, no. No lo es porque él es de la casta, de la chusma, que hundió el sur del estado en la miseria e impuso un régimen de terror en los Países Catalanes. Contra todos: contra los que ya estaban, contra los que se tuvieron que ir y contra los que contra los que vinieron huyendo de la miseria franquista.
Abel Caldera
publicaT originalment a L'Accent
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